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viernes, 21 de marzo de 2014

Muslos de pollo en Mi salsa o Qué hacer con el tallo de la cebolleta

Hay recetas que comienzan en un libro de cocina, recetas que comienzan en un sabor o un olor, en un recuerdo... y otras, simplemente, te las encuentras por casualidad cuando haces comida de reciclaje. 

Ésta, específicamente, empieza en el momento en que corto el tallo de un manojo de cebolletas que tengo en la nevera y que ocupan todo el espacio vital de las verduras vecinas.

INGREDIENTES (2 personas pequeñitas)

1 tomate pelado 
1/2 pimiento verde
2 muslos de pollo
1/2 litro de agua
1 pastilla de caldo de pollo o de verduras
tallos de 3 o 4 cebolletas
1 o 2 dientes ajos, según el aliento que quieras compartir con la humanidad
1 cucharadita sal y otra de azúcar para el sofrito
Una pizca de sal y pimenta (opcional) para los muslos
2 patatas medianas peladas
Un chorrito de Oporto o vino tinto. 

SARTÉN HONDA


¡Vamos allá! 
1. Antes de nada, vamos a MARCAR los muslos de pollo salpimentados ligeramente en una sartén con un poquito de aceite, lo que significa que cuando el aceite esté bien caliente, pasaremos por allí los muslos, primero una cara y después la otra, hasta que se vean bien doraditos pero no hechos por dentro. De esta forma los sellamos para que cuando vayan a la cazuela no pierdan tanto líquido resecándose y para que además ese tostadito magnífico se incorpore a los sabores de todo el plato en general.

2. Cuando estás a punto de sacarlos porque las dos caras están bien doradas, echamos el chorrito de Oporto u otro vino tinto que tengamos por casa. El Oporto le da un aroma y un toque dulce a la salsa muy interesante pero podemos sustituirlo por vino tinto y tendremos otros matices.  

3. Dejamos REDUCIR el vino, que no es sólo que se evapore y espese sino que también pierda su alcohol en esa evaporación. Cuando se incorpora alcohol a una receta, éste debe hervir a no ser que lo queramos justamente sea el sabor a alcohol y toda su graduación en nuestra sangre: Viva la fiesta.

4. Reservamos los muslos en un plato SIN LIMPIAR LA SARTÉN porque aprovecharemos los sabores que han quedado en ella para que se mezclen con el sofrito. 

5. Momento sofrito: en casa los tropezones no son bienvenidos y por eso tenemos el carnet de "picadoras de todo lo verde". Cada uno puede hacer el sofrito como prefiera, pero en esta receta todo ha ido escrupulosamente picado: dientes de ajo, tallos de cebolleta y pimiento verde. Y a la sartén donde habíamos marcado muslos.

6. Mientras se va dorando la picada verde, pongo en la picadora el tomate pelado para triturarlo bien (si le dejas la piel te encontrarás hilillos duros y te acordarás de esta receta y de una servidora) y lo añado a la sartén cuando el sofrito esté hecho. Éste es el momento de poner a fuego lento porque buscaremos que liguen todos los sabores.

7. De nuevo sin lavar, ponemos en la picadora dos dedos de agua y removemos llevándonos los trocitos de verduras que hayan quedado y los restos de tomate. Añadimos ahí mismo una cucharadita de sal y otra de azúcar, volvemos a remover y para la sartén.

8. En un recipiente ponemos a calentar 1/2 litro de agua con una pastilla disuelta de caldo de pollo o de verduras. Si no os gusta usar pastillas, preparad FONDOS naturales que son estupendos para las recetas. Ya dedicaremos una entrada de blog a este tema. Otra opción son los bricks de caldos de verduras. Total... 1/2 líquido de agua con sabor.

9. Mientras, pela las dos patatas y córtalas en cuadrados irregulares, tipo patata brava. Añade a la sartén el agua anterior bien caliente, las patatas y los muslos de pollo. La pinta que nos tiene que quedar es más o menos ésta:


¿Para cuándo las pantallas de ordenador que transmitan olores? 

10. Chup-chup. ¿Cuánto? Las patatas suelen tardar unos 30 minutos en cocer... aunque la alta cocina usa el truco de "pincha el palillo" o sea que nosotros también lo tenemos permitido. Los muslos más o menos, según el tamaño. Para saber si un muslo está crudo, con un cuchillo separamos el hueso de la carne sin destrozarlo y vemos si está hecha. Sólo hacer palanca, no descuartizar. A más tiempo, salsa más reducida y sabrosa, pero patatas deshechas y carne reseca. 

11. Servir y comer. Obvio ¿no? Si os fijáis en ese trocito de carne suelta veréis el resultado de descuartizar al comprobar el punto. Feo. Pero va muy bien para que se vea el tono rosado que coge la carne hecha pero no pasada de cocción. Excusas. Pero estaba... Mmmmm...


Por último... si os ha quedado salsa porque el pan no os ha llegado para mojarla toda... ¡no la tiréis! En la próxima entrada os explicaremos qué hemos hecho nosotras con ella... por ahora, nos espera impaciente en un tupper bien refrigerado.

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