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miércoles, 16 de abril de 2014

Cata de Torrijas: sabor a Semana Santa

En un país multicoloooOOr nació una abeja... Ups! Sorry, me he equivocado de historia. La que nos ocupa en esta entrada es la de un típico dulce de Semana Santa aunque en algunos países se consuma en ésta y en otras fechas.

La primera vez que se citan las torrijas es en el siglo XV como reconstituyente para mujeres parturientas por su alto poder energético. En versión moderna: una bomba calórica. También se cree que se hacían en Semana Santa pues era una forma de reutilizar el pan que se comía menos por la prohibición de comer carne, su compañero de estómago. Como otras recetas, procede del aprovechamiento de las sobras o de la frase "aquí no se tira nada", lo cual va que ni pintado con la esencia del blog, así que vamos allá. 

A propósito del titulo, hemos probado varias recetas. Dan fe de ello familiares y amigos que han sido probadores de las torrijas, incluida mi persona. Que no se diga que los uso de conejillos de indias, aunque como bien dice un buen amigo, ¿quién se resiste a una dulzaina? ¡No seré yo!

Empezaremos con la clásica por excelencia: 

Torrijas de vino 

Esta receta es de un libro que me encanta. Si os gustan las recetas tradicionales españolas éste os lo recomiendo porque además viene salpicado de historia y anécdotas del escritor Juan Eslava Galán y su hija Diana Eslava. El título del mismo es Cocina sin tonterías.

Para ello necesitaremos:

1 barra de pan, incluso del día anterior (a gusto de cada uno la clase de pan, baguette, etc...) 
1 rama de canela 
1 cáscara de naranja
2 cucharadas de azúcar
500 ml de vino tinto
2 huevos
1 pizca de canela en polvo
Aceite de oliva suave


Os recomiendo que hagáis una buena mise-en-place que traducido es poner todos los ingredientes y utensilios que necesitéis cerca y ordenados. Os facilitará muchísimo la tarea de cocinar siguiendo recetas. 
En una olla ponemos a hervir el vino, añadimos el azúcar, la rama de canela y la cáscara de naranja.
Dejamos hirviendo a fuego medio unos 10 minutos. Retiramos el vino del fuego, lo colamos y lo dejamos enfriar. Cortamos una barra de pan en rebanadas de un dedo de grosor. Las colocamos en una fuente y las rociamos con el vino hasta que queden empapadas. Pasamos las rebanadas por huevo batido. Las freímos por ambos lados en una sartén con abundante aceite cuidando de que se doren sin quemarse. Las colocamos en una fuente con papel absorbente y las espolvoreamos con azúcar y canela.


Vamos a por la segunda, otro clásico: 

Torrijas de leche 

Esta receta es del bloc de Carmen, un tesoro descubierto del que hablamos en una entrada anterior y en el que pienso volver a sumergirme todas las veces que pueda y seguir descubriendo pequeños premios al interpretar sus recetas.

Ingredientes para lograrlo:

18 rebanadas de pan (dependiendo de la clase de pan que uséis para la receta os saldrán más o menos) Pero así esta puesto en la nota y quería ponerlo tal cual.
500 ml de leche
5 cucharadas de azúcar
1 rama de canela
Canela para espolvorear
Harina
2 huevos
Aceite de oliva suave


Ponemos a calentar la leche con el azúcar y la rama de canela. Mientras se calienta, cortamos las 18 rebanadas de pan, el grosor es a gusto de cada uno, si no la vais a consumir el mismo día, mejor será que no las cortéis muy gruesas ya que no absorberán la leche de la misma forma. Consumidas el mismo día, esta diferencia no se nota, pero transcurridos un día o dos sí porque el pan se reseca. Colocamos las rebanadas en una bandeja o fuente onda porque cuando la leche se haya calentado (no hervido) tendréis que volcar el contenido sobre las rebanadas de pan para dejarlas en remojo. Transcurrida media hora, se pasan por harina y huevo batido, a continuación las freímos en abundante aceite que esté muy caliente y las dejamos escurrir en un plato con papel absorbente. Una vez que el papel haya hecho su cometido, se espolvorean con azúcar y canela en polvo. Estas torrijas se recomiendan comer calientes o, mejor dicho, templadas, no vaya a ser que nos quememos y eso estropearía el placer que produce dicho tesoro...















Torrijas de anís

Necesitaremos:

 12 rebanadas de Pan de molde para torrijas (las podéis encontrar en supermercados)
 1 vaso de anís:150 a 200 ml
 6 cucharadas de miel
 1 cucharadita de anís
 3 huevos
 Aceite de oliva suave
 Un poco de agua: 100 ml 


Batimos los huevos y los mezclamos con el vaso de anís y la mitad del aguaMojamos las rebanadas de pan y las freímos en una sartén con aceite abundante y bien caliente.
Las doramos por ambos lados, retiramos al papel absorbente, las dejamos escurrir y reservamos. En un cazo a fuego bajo, calentamos la cucharadita del licor de anís, la miel y el resto del agua y removemos hasta que se haya quedado líquida la miel. Retiramos del fuego. Colocamos las torrijas en una bandeja o plato ya que el papel absorbente habrá hecho su cometido y las bañamos con la preparación de miel: Sed generosos! Estarán mucho más ricas!!!! Se recomiendan comer calientes, pero aguantan bien un día o dos si habéis sido esplendidos bañando las torrijas.



Y por ultimo:

Torrijas de café

Ingredientes:


8 rebanadas de pan de molde para torrijas o barra gallega
1 bote pequeño de leche condensada, yo utilicé marca blanca (es más barata y el sabor es el mismo: súper dulce)
50 ml (1/4 vaso) de anís
2 cucharadas de café instantáneo
1 huevo
Azúcar
Canela en polvo
Aceite 
1/4 de litro de agua


Ponemos en un cazo la leche condensada y el agua a fuego bajo, removemos y calentamos un poco para que se disuelva. Llevamos la mezcla a un bol y añadimos el café y el anís. Unido todo bien ya podemos empapar ahí las rebanadas con cuidado de no quemarnos, aunque si sólo la habéis calentado ligeramente ¡no deberíais! El siguiente paso es pasarlas por huevo batido y freírlas en abundante aceite bien caliente. Escurrimos en papel absorbente y mientras podéis mezclar el azúcar con la canela en un plato para que se unan bien (cantidades a gusto del paladar)

Pasamos las torrijas bien escurridas a una bandeja y espolvoreamos con la mezcla aromática. Listas.




Y ahora sólo nos queda decir: ¡Buen provecho! 




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