Hemos pasado una noche mágica.
Como una bendita, sembraste todo el piso con velas esperando la llegada de tu
pareja, emocionada y trastabillando con los muebles porque has apagado la luz
demasiado pronto. Una cena especial y postres a la carta. Eso sí, el momento de
soplar las velas como paso previo a la habitación ha cortado un poco el rollo.
A ver si los gatos van a salir como las fallas de Valencia.
A la mañana siguiente, todo lleno de románticas gotas de
cera seca y velas semiderretidas. A recordar todas las que pusimos para
recogerlas. Con una bolsa vamos recuperándolas y al acabar nos acercamos a la basu…
NOOOOOOOOOO. La basura es ese agujero negro lleno de gravedad que nos atrae
pero dentro del cual sólo hay oscuridad. Miedo ¿verdad? Pues aléjate, leches.
Vamos a utilizar todos esos restos
para unirlos de nuevo en nuestras velas personalizadas. Y así, de paso, usamos
todos esos envases que conviven en el lavadero y que por alguna extraña
melancolía congénita no has tirado: botellas de suavizante, de refrescos, de
bebidas alcohólicas –“tiene una forma tan bonita”-, botes de mayonesa… en fin,
que hay un señor llamado Diógenes que te obliga a guardar de todo para darle
ese sentido a tu vida que Evax no ha conseguido darle en la búsqueda del olor
de las nubes. Puedes ahorrarte la vela de la primera comunión, "esa déjala, anda, que queda muy mística".
Después de la cera, hay algo
importante a considerar: sin mecha, no enciende. Entiéndelo antes de que sea
demasiado tarde.
La cuerda perfecta es la que usa para bridar la carne y que
venden en bobinas circulares. Pero cualquier cordel simple de algodón nos
sirve. Ojo con usar hilo porque si no te vas a tirar toda la tarde trenzando. Y
necesitamos una base con algo de peso para que podamos mantener la cuerda en el
centro y que no explote con el calor. Puede ser una concha marina, una chapa de
refresco o una piedra pequeña que te cruces en tu paseo perruno. Piensa que
cuando la vela se derrita, mejor encontrar una bonita concha que no un pedrusco
de orígenes dudosos.
Utensilios:
- Un cazo cochambroso que será exclusivo para derretir cera porque quedará inutilizable para otra cosa
- El tenedor más feo que tengamos por casa
- Un palillo de brocheta o el que te llevaste del chino escondido en la chaqueta.
Proceso:
3. Elige
el fuego más pequeño, ponlo al mínimo y coloca el cazo. Si en algún momento sale humo
de los bordes, retíralo porque significa que la cera se está quemando. Cuando
enfríe podemos seguir. Lo mejor es empezar con virutas o restos pequeños y una
vez derretidos, ya ponemos los trozos grandes. Se derretirá mejor. Si aparecen
cosas negras flotando en el cazo, son impurezas que al volcar la cera quedarán
en el fondo del cazo y podremos retirar sin que nos estropee las velas. Si
aparece algo alargado flotando, evidentemente, es la mecha. Retírala con el
tenedor y déjala sobre papel de cocina. Al señor que está metiendo la zarpa le
deseo todo lo mejor.
4. Prepara
la mecha: debe sobrar un palmo de mecha de la longitud del molde. Si la hacemos
con cordel, hacemos 3 hiladas de la misma longitud y las trenzamos como podéis
ver en la foto de la izquierda. Usar los tiradores de la
cocina como sujeción es práctico… si tienes
la altura suficiente.
5. Como
tenemos parte de la cera derretida en el cazo, descolgamos la premecha y la bañamos
3 veces dejando secar en papel entre cada inmersión y cuidando de no gotear.
Volvemos a colgarla de nuevo de los tiradores hasta que se ponga rígida. Es el
momento de emocionarse… ¡mi primera mecha!
6. En
la punta donde la mecha esté más irregular atamos la piedra o concha. La
introducimos en cera derretida para que una las piezas, dejamos secar y al molde de forma que quede en medio de la base. La parte que
sobresale de mecha la enrollamos a un palo que apoyamos horizontal en el borde
del recipiente. Como hacer un pozo. O no.
9. No
has acabado todavía. Cuando se dejen enfriar más de 24 horas aparecerán
agujeros. Esto es porque hemos vertido la cera a no mucha temperatura para no
cargarnos los moldes de plástico. No pasa nada. Volvemos a derretir cera y a
rellenar. Así hasta que quede plana. Si rellenamos con un color diferente al
que habíamos usado nos quedará más original.
10. Desmoldamos.
Si es plástico, con mucha paciencia o al recortar con tijera harás palanca y al
traste con la vela. Si es cristal, lo envuelves en un trapo viejo que tirarás,
te pones guantes y a arrearle. Los vecinos estarán encantados contigo. Hay
botellas que son estupendas como las de Lambrusco y otras horrorosas de duras
como las de licores. También existen los martillos. Paciencia y cuidado.
Enciende la vela y… Ohhhhhh… qué fuego tan especial y tan... Mío
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